Posiblemente, vives con la sensación que tu día a día transcurre de manera acelerada y sin freno. Los días pasan tan deprisa, especialmente los fines de semana. El agotamiento se ha convertido en tu animal de compañía y te cuesta encontrar pausa para aquello que es esencial.
Si es así es muy probable que tu problema sean las esperas y los desplazamientos.
¿Qué es el que haces actualmente cuando tienes que esperar que te toque el turno al horno o al médico.?¿Qué haces cuando esperas el bus, el metro o el tren? ¿ Qué haces cuando después de pedir una consumición esperas que te la lleven?
Y qué haces cuando te desplazas de un lugar a otro sobretodo cuando estás pendiente que "te llegue algo" o cuando es un desplazamiento que has hecho millones a veces?
Ya te lo digo yo, coges el móvil.
Me sabe mal decírtelo, pero estas son las consecuencias de este nocivo hábito, que de manera furtiva y sin permiso se ha instalado en nuestra manera de estar en el mundo:
La sobreestimulación del circuito de la recompensa que nos atrapa
Los estímulos digitales activan el circuito de la recompensa. Esto comporta que una cascada de hormonas y neurotransmisores inunden el cerebro provocando sensaciones altamente placenteras y excitantes. Esto supone una fuerte motivación orientada a la repetición, la elección de estímulos digitales en detrimento a otras actividades, una necesidad imperiosa de estar conectados y dificultades para autolimitarnos.
La distracción constante que nos agota
El cambio atencional constante a través de estímulos cortos y fascinantes, en una incesante y dinámica novedad, nos genera malestar cuando tenemos que atender un estímulo sostenido en el tiempo. Dificulta la capacidad de sostener la atención y nos provoca un estado de alerta que nos conduce a la dispersión y a la distracción, aumentando la posibilidad de cometer errores, perjudicando los procesos de aprendizaje y memoria y provocando estrés y agotamiento.
La gratificación inmediata que nos frustra
La mayoría de las acciones que llevamos a cabo en nuestros dispositivos móviles, provocan un resultado inmediato y gratificante. Cuando nos acostumbramos a este tipo de interacciones, generamos malestar cuando no conseguimos esta inmediatez y gratificación. Esta es la ilusión que promueve el mundo digital. Como consecuencia, experimentamos verdaderas vivencias de frustración ante los lapsos de tiempos propios y normales de cualquier proceso y poca perseverancia ante las vivencias y retos que no nos proporcionan gratificaciones inmediatas.
El pensamiento contemplativo que desaparece
A menudo se utiliza la tecnología para aliviar la sensación de aburrimiento perdiendo así la posibilidad de reflexionar, relajarse y darle un respiro al cerebro. No tenemos tiempo para profundizar en nuestra vivencia ni en nuestra vida interior. No reflexionamos sobre el mundo en el cual vivimos, sobre nuestra manera de estar en él. Tenemos menos posibilidades de poner en marcha el pensamiento crítico.Hay una serie de factores tan imprescindibles para el bienestar y la creatividad humana como comer, ver o moverse. El pensamiento contemplativo es uno de ellos y está constantemente amenazado en esta era, la nuestra, donde la distracción es constante.
Si en vuestras esperas y desplazamientos, en lugar de usar el móvil para mirar "los diez actores de Hollywood cono lo pelo más largo" o "mil maneras de cocinar avena",
hacéis 5 respiraciones conscientes y os abrís a contemplar, dialogáis con vuestro interior, escucháis vuestro diálogo interno o conectáis con la gratitud, observaréis un cambio radical en vuestro estado de ánimo.
Las sensaciones de aceleración fatiga y agotamiento se reducirán notablemente, y lo más importante de todo, os reencontraréis con vosotros mismos y vosotras mismas.
Me permito avisaros que no será fácil, puesto que a menudo os encontraréis con el móvil en las manos sin saber cómo ha pasado. Cuanto más os cueste, más necesario es que perseveráis en este propósito si lo que queréis es preservar vuestro bienestar y vuestra libertad.
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