Pregúntale a un alumno de tercero de la ESO quién es y entrará en colapso. Te dirá: ¿cómo que quien soy? Y tú le explicarás: pues que quién eres tú más allá de lo que piensas y lo que sientes, más allá de tu familia y amigos, más allá de tus logros, del Instagram y de los juegos de ordenador. ¿Quién eres tú? Entonces te mirará como si de repente se diera cuenta que se ha apuntado a una clase de coreano avanzado y que no sabe ni jota. Como si le preguntaras algo que no va con él o ella.
No sabemos quiénes somos.
Pregúntale a un alumno de tercero de la ESO quién es y entrará en colapso. Te dirá: ¿cómo que quien soy?
La abdicación por parte nuestra de esta responsabilidad ha convertido nuestra identidad en la mercancía más preciada del mundo. En la carrera para conseguir que los seres humanos nos identificamos con lo que no somos, encontramos el sistema entero. El negocio consiste en conseguir que nos confundamos con todo lo que no somos: nuestras emociones, pensamientos, nacionalidades, miedos, inquietudes, lo que comemos, la ropa que llevamos, el coche que conducimos o, incluso, el que coche que no conducimos pero sí deseamos. De esta manera a través de nuestra exposición constante a la tecnología nos dicen:
-Eres lo que sientes por tanto, si te quieres sentir libre, compra nuestro coche y conduce libre sintiendo que el resto no lo pueden hacer.
-Eres lo que piensas por lo tanto, si piensas como nosotros, eres uno de los nuestros. A partir de ahora tienes que aplaudir lo que decimos y condenar, no sólo todos aquellos pensamientos que nos contradigan sino las personas que los han expresado.
-Eres lo que comes, por tanto utilizaremos tu identificación con una apariencia saludable y sostenible para vayas a hacer yoga a la India y comas única y exlusivamente comida super eco-bio. ¡Ah! y te animamos a sentirte superior a todos aquellos que no pueden hacerlo.
-Eres tu nacionalidad, por lo tanto te animamos a centrarte en tus rasgos identitarios particulares y a pensar en ello eternamente aunque esto signifique no prestar atención a las necesidades urgentes que arrastran a gran parte de tus contemporáneos a vivir en la precariedad.
Eres lo que comes, por tanto utilizaremos tu identificación con una apariencia saludable y sostenible para vayas a hacer yoga a la India y comas única y exlusivamente comida super eco-bio. ¡Ah! y te animamos a sentirte superior a todos aquellos que no pueden hacerlo.
Y de esta manera nos empujan a creer y nos creemos que somos lo que no somos. Los seres humanos tenemos emociones, pensamientos, deseos, preocupaciones e incluso nacionalidad, pero no somos lo que sentimos, ni lo que pensamos o comemos. Lo peor de este proceso de suplantación de identidad llega cuando, al creernos lo que no somos, dejamos de buscar lo que sí somos y nos limitamos a ir cambiado de cromos en función de lo más glamuroso o gratificante en un momento determinado. Así es como cambiamos de Samsung a Apple o de tomar soja a tomar avena.
Volvemos a aquel alumno de tercero de la ESO adicto en este caso, como tantos de ellos y ellas, al Instagram. A través del proceso que acabo de describir se ha reducido a su apariencia. Lo ha hecho siguiendo la siguiente línea de pensamiento: una apariencia física merece likes, los likes determinan lo que vale una persona, por lo tanto mi apariencia determina mi valor. Yo soy mis likes.
Cuando cuelga una foto en Instagram el número de likes determina quién es. Si no recibe likes no vale nada y cuidado porque si es chica es susceptible a recibir acoso en forma de críticas, burlas, manipulación de la foto ... E inmediatamente no es que no valga nada, sino que su valor es proporcional a los insultos , el escarnio y las burlas que ha recibido.
Una apariencia física merece likes, los likes determinan lo que vale una persona, por lo tanto mi apariencia determina mi valor. Yo soy mis likes.
Es necesario redescubrir de manera vivencial que en nosotros hay algo cualitativamente diferente al contenido de nuestra mente y nuestras vivencias. Una presencia atenta capaz de valorar con lucidez todos los movimientos de nuestra existencia. Un espacio donde volver cuando el día a día nos arrastra y que nos permite estar plenamente en nuestro cuerpo, nuestras emociones, pensamientos y vivencias pero sin identificarnos con ello.
Es necesario redescubrir quiénes somos. Y un buen comienzo es hacer una lista de todo lo que no somos:
aunque mis pensamientos tienen valor, yo no soy lo que pienso;
aunque mis emociones son legítimas, yo no soy lo que siento;
aunque mi apariencia es importante, yo no soy mi apariencia;
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